martes, 6 de junio de 2017

Torre de Babel - 1º Piso

Nada vio al final de la escalera, estaba oscuro y se adentró en la habitación.
Un frío angosto calaba sus huesos y calaba su piel, se frotó en repetidas ocasiones los brazos con la triste esperanza de que aquella sensación desapareciera pronto, sensación que venía seguida de una ola de soledad y desesperanza. Palpó su espada, estaba fría. «Solo.»
Apoyó la mano en la pared, comenzó a caminar tan rápido como la angustia provocada por sentimientos y frío le permitía, buscaba la salida, la siguiente escalera pero lejos de ello, pareció que anduvo durante horas. «No puedo acabar aquí... Aunque tampoco aporto nada a nadie, no aporto nada al mundo, quizás es mejor que me quede ¿Que me espera? ¿que me garantiza que algo cambie? estoy teniendo una vida de miseria, y todo lo que me hace seguir es nada...»
Descolgó su espada y se sentó en el suelo a esperar, aguardando a que en algún momento todo termine porque nadie iba a poder ayudarlo realmente, solo se tenía a si mismo y el frío le calaba.

No sabía como pasó pero se repuso y recogió la espada tras horas varias, decidió que aunque el tormento y el frío no se separasen de él, seguiría caminando en pos de salir de allí.
Finalmente lo logró, alcanzó la salida, al escalera, pero a medida que subía en dirección al siguiente piso, no dejó de notar la pesadez. Aquél primer piso no lo había abandonado, lo llevaría consigo por el resto de los pisos.

—Lo gracioso llegará al final —escuchó decir al gato entre las paredes resonantes de los escalones.

lunes, 30 de enero de 2017

Torre de Babel. Entrada.

La torre era alta, sabía perfectamente que en su cima se escondía algo que debía alcanzar, algo que necesitaba lograr tocar a toda costa: Libertad.

Sus ropas harapientas, sus ojos vacíos y una mueca que nada expresaba era lo que componía al joven que se sumió en un viaje personal. Solo, únicamente acompañado por su fiel amigo, una espada.
La desenvainó apoyando la frente en la salvaguardas de esta, sonrió para sus adentros una vez más, agradeciéndole que se encontrase a su lado en lo que iba a ser su última travesía.

-Gracias por estar a mi lado.

Empuñándola con firmeza se dispuso a atravesar la puerta rocosa de la gran torre que ahora parecía punzar el débil tejido del cielo azul.

«¿Que haré cuando llegue a lo alto?» se preguntaba, más no tuvo tiempo alguno de responder, la sombra de un gato se presentó en la pared que llevaba a las escaleras.

-¿Que piensas hacer una vez pases esas escaleras?
-Esta no es aquella vez, ninguna puerta va a detenerme -Le mostró el filo de su espada que alzaba orgulloso y firme.
-El filo de una espada solo es útil dependiendo de su voluntad.
-Se que está conmigo y me acompañara.
-¿Que harás cuando pierda su filo?
-La afilare.
-¿Y cuando te corte?
-La limpiare,

La gatuna sombra pareció emitir una sonrisa torcida.

-Ya veo, te has hecho más fuerte.
-Con mi espada. Esta vez, no estoy solo.

La sombra no dijo nada durante un tiempo, observaba al joven, si es que tenía alguna forma de hacerlo hasta que finamente habló.

-Que así sea, Alicia,

La sombra se movió hasta fundirse con al del joven que se dirigió a subir las escaleras.

«Mi "Wonderland" no me detuvo, la gran puerta no lo hizo, y ahora con mi preciada espada "Rubica" no lo hara mi "Torre de Babel"