Me encogí en mi mismo, miré al suelo y traté de esconder la cara entre mis manos. El pecho me dolía más que nunca y aquellos vientos que agitaban las dunas, comenzaron a soplar con mayor fuerza.
Coloqué la mano derecha a la altura del corazón y derramé algunas lagrimas sobre esta sin poder evitarlo.
-¿El pecho?- Mencionó a lo cual asentí- lo tienes ario
-¿que debo hacer...?- Pregunté entre sollozos y lagrimas ahogadas.
El gato no respondió, solo observaba el paisaje y como este cambiaba a peor. Bajo las dunas solo quedaba un manto de roca roja, sin ningún tipo de esperanza de que nada brotara en ella, algunas zonas estaban seccionadas por grandes brechas donde la arena había caído hacia el abismo.
-Si no haces algo pronto todo tu mundo se desmoronará.
¿Que iba a hacer? ¿que se suponía que tendría que pasar?
quería hacer algo sin saber qué, pues su mente era ocupada por angustia.
-Has tragado mucho tu solo, has llorado cada noche, incluso le has llorado en brazos de tu madre. No comes y no duermes casi y ni hablar de jugar.
Agité el brazo hacia el para golpearlo y que callara, todo aquello me hacía más daño, pero solo se desvaneció para aparecer a mi otro lado en la misma pose y con la misma mirada
-Y todo por su felicidad.
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